"...La Morocha..."

miércoles, abril 19, 2006

"El viaje"



No quería abandonar aquel lugar... Solo había permanecido ahí por dos días, pero respirar aquel aire, caminar a orillas del lago, viendo como el sol se reflejaba y nos regalaba millones de chispitas plateadas, que jugaban hasta el atardecer con el aire, se había convertido en algo necesario para mí...
Pero la realidad era otra, a las diez de la mañana salía, con destino a Buenos Aires, el bus que yo había escogido para regresar... y tenia que hacerlo...
Llegue a la terminal de ómnibus, coloque mi maleta en la bodega de equipajes y me dispuse a derrochar mis últimos minutos leyendo en un barcito que tenia vista al lago...
Tome mi bolso de mano, el cual no tenía más que "once minutos" de Cohelho, mi discman y mi billetera... Entre, me senté en una mesa junto a la ventana y llame al mozo.
Pedí mi “infaltable” gaseosa de pomelo y mientras esperaba, me dedique a contemplar el lago... Desde ahí podía verse, también, la ciudad... Un pueblo pequeño. La mayoría de las casas hechas con piedra y madera...
No se si el mozo me hablo, ni siquiera se en que momento se acerco a la mesa, la voz de un hombre me volvió a la realidad y en ese instante ya tenia mi pedido sobre la mesa.
Mire hacia la barra y me encontré con aquellos ojos verdes.
El hombre que hablaba. Era alto, de contextura fuerte, estaba tostado por el sol y tenia el pelo ondulado... Sus rulos jugaban en su frente ancha...
Nos miramos unos segundos... y pensé... "es hermoso". Me sonroje, tome mi libro e intente leer... Tome la gaseosa como si hiciera días que no bebía...
El altavoz anuncio la partida de VIA BARILOCHE con destino Buenos Aires de las diez de la mañana.
Pague mi cuenta. Salí apurada porque antes quería pasar por el baño, y diez para las diez estaba sentada en el asiento 13, ventanilla (siempre elijo ese lado cuando viajo)...
Me dispuse a leer y me conecte a mi discman, traía conmigo el CD de Rosana que me había acompañado en mis caminatas junto al lago, esa música me retornaría a la paz que había encontrado en aquel lugar.
De repente, la voz del bar, otra vez aquellos ojos verdes me devolvían a la realidad: “¿está ocupado?”, me preguntó… Sin pronunciar palabras, le dije que no, no se porque extraña razón su mirada me intimidaba.
Se sentó a mi lado mientras yo leía y releía el mismo párrafo. La presencia de aquel hombre me perturbaba, me llenaba de ansiedad, me desconcentraba.
Cuando el ómnibus se puso en marcha, sentí que me miraba pero no me alenté a responderle con la mirada.
Hacia mucho tiempo que un hombre no provocaba eso en mi… Me reté a mi misma y me propuse tranquilizarme… Lo miré y en media hora hablábamos como viejos amigos.
“Tal vez nos conocemos de otra vida”, me dijo y otra vez aquella sensación. Me atraía tanto que me perturbaba. Me sentía como una niña, me intimidaba, y sentía que la panza tomaba vida propia con sus temblores…
Me reí. Nos reímos. Y me besó. Su cuerpo y el mío parecían conocerse, no podíamos dejar de besarnos.
Ya estaba anocheciendo. El sol le dejaba su paso a la luna y solo nosotros éramos testigos. La mayoría del pasaje dormía. Y si no era así, de todas maneras no nos importaba demasiado.
No recuerdo muy bien los minutos previos pero, sin encomendarnos a Dios ni al diablo, sin preguntar por antes ni después, sin mas testigos que nuestros cuerpos, nos encerramos en el baño del bus e hicimos el amor.
Nos tocamos por los huecos que la ropa permitía y nos entregamos con los “desprejuicios” que tienen los desconocidos.
Mi cuerpo y el de él encajaban perfectamente, sus manos y las mías parecían bailar la misma danza.
El peligro le sumaba fuego a nuestra aventura, fuimos cómplices y amantes. Nos quedamos abrazados mientras recuperábamos la respiración. Nos miramos intensamente y como dos niños que han robado golosinas volvimos a nuestro lugar en el bus.
Ya estaba amaneciendo. Y faltaban unas dos horas para llegar a Retiro. Dormimos abrazados hasta que el micro proveniente de San Martín de los Andes arribo en la plataforma 25 de la terminal de Buenos Aires.
Cuando bajamos, aún nos temblaban las piernas. Retiramos las maletas de la gaveta.
Nos abrazamos, nos besamos, me miro y me dijo: “¿volveremos a vernos?”, “solo, si Dios quiere”, le respondí.
Desde aquel día, cada vez que tomo un bus, sueño con encontrarlo.

8 Comments:

  • At 4:11 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Bueno Mari, muy buena la historia, y la pagina, no parece tuya, no hay ni una foto!!!!!! jaja, besingo

     
  • At 4:23 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Muy buen relato, tiene la capacidad de hacer que el espectador siga la lectura segundo a segundo, muy interesante la atmósfera creada a partir de una situación casi cotidiana.
    Ismael.

     
  • At 12:13 a. m., Anonymous Anónimo said…

    me dejaste sin palabras... como un viaje un lugar puedes conocer a esa persona q sin pensarlo o saber q esta ahi puede causar tantas reacciones q no tenias hace un tiempo..

    la realidad es esa... la vida es corta y siempre nos pone a personas en nuestro camino que nosotras tenemos q elejir.. una decision puede cambiar el rumbo de tu vida

    .. tqm

    andre

     
  • At 12:25 p. m., Anonymous Anónimo said…

    buenisimo me encanto "El viaje "(muy descriptivo por cierto)....amantes furtivos,amores locos y pasajeros,le dan una gran cuota de magia a nuestro paso por esta vida.Y "Donde ella vive" me gusto mas aun (muy distintos) pero me apasiona el drama....

     
  • At 12:41 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Mari...te cuento que al principio de daba flojera leer el cuentito, pero al momento de hacerlo me gusto bastante, es una linda historia, que creo que a cualquiera le gustaria vivirla...solo que el galan me parecio un poco de telenovela, pero igual ta bueno!!! el relato claro esta..jaja

    besos mari
    felicidades!!!
    sigue escribiendo, que ya vi lo buena que eres para eso...

    TQM
    damian
    dall8

     
  • At 12:25 p. m., Anonymous Anónimo said…

    hey mari....

    que lindo es tu pagina! una mierda que yop no no tengo la idioma nativa español.... pero entiendo algo....;-)

    espero estas bien y vas a construir mas de esos artes....!!!

    adios y un beso

    Peter

     
  • At 7:03 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Este si bien me resulta conocida la historia, no pense que la publicaras.
    Pero es muy linda y van mis felicitaciones, ya deje la vainilla ahora sigo con un orejón de pera.
    Vero

     
  • At 3:21 p. m., Anonymous Anónimo said…

    "Los 'desprejuicios' que tienen los desconocidos". Qué bueno saber que existen personajes que profesan esa frase para enfrentarse a lo extraño y anónimo. Aunque todos quieren ser atrevidos como ellos, no todos se lo permiten.
    Me gustaron tus personajes, Morocha. Aplauso para la mujer desconocida.
    Mónica

     

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