"...La Morocha..."

martes, abril 25, 2006

"Reencuentro"


Ese día me desperté feliz... no tenía motivos aparentes o por ahí aparecieron todos ésos que juegan a esconderse en los días grises... no estaba peleada con la imagen que me devolvía el espejo o no me importaba.... tenía los ojos hinchados... tal vez eran la huella que habían dibujado tantos días de furia contenida... quizás esa noche soñé con una historia con final feliz... o simplemente fueron mis hormonas, que por una vez estaban de mi lado...
Tenía la certeza de que ésa noche lo encontraría... la ansiedad, esta vez, jugaba a mi favor... cada minuto que pasaba era una excusa para hacer un inventario de mis cosas bonitas, mis amuletos y mis maquillajes (esos que no se consiguen en perfumerías y que son mi aliados a la hora del amor... nada mas afrodisíaco que la autoestima alta, pensé)... solo esto era suficiente para sentirme segura... instalada, dueña de la situación...
Me puse un vestido blanco, me perfumé mientras le pedía complacencia al espejo y terminaba rápidamente un mate que se había lavado esperándome. Sin mas maquillaje que una sonrisa tome las llaves y salí a la calle... era uno de esos días que me fascinan, el cielo azul profundo, como es siempre en la pampa, el sol gigante como en los otoños de mi infancia y la brisa acariciándome... no paré en todo el día pero no sentí el cansancio… no había lugar para nada que me quite luz…
Llegue a casa, cuando la tarde se disponía a despedirse; dejé las llaves sobre la mesa junto al bolso de mano, me quite el vestido, tire por el aire mis sandalias y corrí a la ducha. Se me había hecho tarde, no tenia tiempo para mi baño de sales que religiosamente hago los viernes como merecido premio de semanas como esa…
No me demore mas de 15 minutos, creo que me llevo mas tiempo esparcir la crema por mi cuerpo porque, como siempre, apreté de mas el pomo. Comencé a vestirme, puse un cd de Sabina que me encanta y subí el volumen…
Sonó el teléfono, en cinco minutos pasaban a buscarme… el tiempo necesario para ponerme perfume y elegir un par de aros… me puse un vestido negro, cualquiera de mis aretes estarían bien… me coloqué, como digo yo, los de la suerte… después me pregunté por que no los uso con mas frecuencia si creo en eso... será para que sigan conservando su magia.
Un rato después estaba camino a la fiesta, en un taxi con mucho desodorante, conducido por un señor entrado en años que escuchaba a Serrat en la radio y que me recito un par de poemas… fue un lindo momento, como tener un abuelo el lapso que duró el viaje… Bajé del auto, emocionada y ansiosa. Cuando entré al salón, mis compañeros de colegio habían ocupado la mesa que habíamos ocupado trece años antes… Ahí estaban casi todos, salvo un par, que están en el extranjero y alguno que no lo ponen de humor estas reuniones…
Había pasado mucho tiempo, pero sin embargo nos reconocíamos. Me senté al lado de la flaca, que irónicamente, había dejado de serlo pero no podríamos llamarla de otra manera ahora y de Luis que había abandonado sus cabellos rubios para vestirlos de canas, prematuras, pero canas al fin.
Las anécdotas de aquella época en la que pasábamos gran parte de nuestra vida juntos se convirtieron en la vedette de la noche... cuando logré tranquilizarme y me sentí preparada, comencé a buscarlo con la mirada, recorrí las mesas, la barra,… y nada, la incertidumbre me estaba ahogando…
Luis, que como en aquellos años, estaba pendiente de mi, me dijo: “creo haberlo visto, y si no me equivoco esta en el patio”…
Una sensación entre espantosa y maravillosa me paso por la espalda, y un impulso dramático me expulso de la silla…
Una vez en el patio, la música y el clima me transportaron a esos ojos negros, que habían marcado mi pasado y que ahora estaban otra vez en mi presente. Nos miramos un buen rato, eso creo, porque perdí la noción del tiempo… no podría explicar ahora que fue lo que sentí… sin pensarlo demasiado unos segundos después estábamos frente a frente, sintiendo nuevamente como nuestros perfumes se combinaban.
Una voz femenina rompió el hechizo: “Mi amor, estoy cansada. ¿Nos vamos?”, él me miró con la nostalgia de un inmigrante. “Un gusto volver a verte, te presento a Marcela, mi mujer”… Nos despedimos casi sin rozarnos…
Volví a mi lugar en la fiesta y a mi lugar en el tiempo… yo era ahora, solo un bonito recuerdo para él… El, era ahora, el motivo de mi día feliz…

"Lenta despedida"


Dormía y podía verse en su rostro el cansancio. Por momentos sudaba y el frío se apoderaba de sus huesos… ella no apartaba sus ojos de él, ni por un segundo, estaba asustada, las manos le temblaban y estaba débil… no probaba bocado desde que habían llegado.
El silencio era el único compañero de sus respiraciones y sus manos apretadas, por momentos, era el único lenguaje.
El cuarto que les había tocado estaba impregnado de humedad, todo era incierto, la incertidumbre se paseaba entre las sabanas gastadas.
Ella dejaba que sus lagrimas rodaran entre las cuentas de un rosario que atesoraba desde niña y que había sido cómplice de todas sus penas.
Los pasos cansados de una mujer se oyeron a los lejos, ella esperaba ansiosa que la puerta se abriera, hubiese abrazado hasta a un desconocido… Aquellos pasos se oían cada vez mas lejos…
El entreabrió sus ojos y la vio llorar, intento hablarle pero la voz se le quedaba en la garganta. Cerró sus ojos con una mueca de desesperación.
Los vidrios estaban empañados y el frío ya se hacía notar… ella sentía el ahogo de la soledad. Por momentos hacia un circulo con su pañuelo y espiaba desde aquella ventana el poco movimiento que había en la ciudad… vió como una a una se apagaron las luces y como una a una se volvieron a encender…
Fue su única distracción durante horas, solo su cuerpo cansado y tembloroso la hacían sospechar que las agujas de su reloj giraban como siempre…
Un grito de dolor de él la hizo volver a ese cuarto frío y húmedo… su voz ahora quería salir…
La miro con mas amor que de costumbre y le dijo: “decile que venga por mi”
Ella comenzó a llorar y mirándolo con un hilo de voz le dijo: “no puedo”
Los pasos cansados de una mujer se oyeron a los lejos, esta vez se acercaban con crudeza, la puerta se abrió tenebrosamente y la voz ronca de aquella mujer terminó con la paz: “es tu hora”, le dijo… "es tu hora", repitió… El la miró por última vez y cerró los ojos resignado…
Ella no recuerda qué hizo con su dolor... Nunca más supo sobre aquella mujer… nunca más, hasta que vino por ella… 30 años después

domingo, abril 23, 2006

"Magia"


El día que lo conocí llovía.
Mi abuela siempre decía que lo que empezaba un día de lluvia estaría acompañado por la suerte…
No recuerdo el instante preciso en que empezamos a hablar, pero puedo describir con detalles la primera vez que nos miramos… No me pareció atractivo al principio, pero su mirada erizó mi piel.
Tomaba champagne, mientras me espiaba detrás de unas piezas de ajedrez. Me animé a sonreírle y en pocos minutos abandonó el juego para pedirme que bailara con el.
Utilizamos la formalidad de presentarnos, solo para conocer el nombre del otro, pero no cruzamos más palabras, hasta mucho después.
La danza nos comunicaba. La música ordenaba nuestros movimientos y nuestros cuerpos obedecían sincrónicamente.
La lluvia no quería irse… decidimos fugarnos a algún bar donde nadie nos conociera…
El lugar era ideal… había mucha gente pero encontramos un rinconcito para nosotros, la música nos aturdía, como a los demás… pero era perfecta… nos trasladaba a un mundo que estábamos construyendo, solo para ese instante…
Creí que esa iba a ser la única noche… Quizá esa fue la razón por la que los dos vivimos cada instante intensamente… cada beso parecía el último, cada caricia era de reconocimiento y despedida…
Éramos dos desconocidos compartiendo un pedacito de historia, la línea de nuestras vidas había coincidido en ese lugar, en ese tiempo y estábamos entregándonos sin cuestionamientos.
Cuando salimos del bar, ya no llovía. Hacía frío y el mar nos recordaba su presencia. Tomamos un taxi y volvimos al hostal. Ahí nos habíamos conocidos unas horas antes. Hablábamos susurrándonos… Era mi última noche ahí y posiblemente no nos veríamos al día siguiente…
Nos despedimos en la puerta de mi habitación… Después, nuestras líneas volvieron a cruzarse… pero en nosotros quedó inscripta la magia de aquella noche...


jueves, abril 20, 2006

"a.m.o"


El sol agonizaba cuando él abrió la puerta, su estampa se dibujo en la pared y nadie dejó de notar su presencia...
Un alo de misterio lo rodeaba... La seducción era su compañera incondicional, la soledad por momentos lo engañaba y se alejaba...
Lejos de agobiarlo lo aliviaba y el perfume de una mujer lo estremecía... le pedí a Dios ser por un momento la dueña de aquel perfume y que su cuerpo se confundiera con el mío... Pero me toco ser la espectadora silenciosa de sus conquistas pasajeras...
Lo recuerdo caminando sigilosamente... Hay rostros que esconden historia, el de el es uno de esos...
Enigmático y varonil... a penas pronuncia palabras...Sus ojos pueden hablar mas que su boca y sus silencios llegan a erizar la piel...
Tiene la sabiduría de un peregrino y la inocencia de un niño inquieto...
Sin más equipaje que una mochila planea su día a día...
Busca nuevos rumbos como quien busca un amor, con la sensibilidad de un poeta y la locura de un vagabundo...
Cada momento con él puede ser el ultimo eso lo hace maravilloso y ése momento en el que se aleja el vacío y la incertidumbre comienzan a tomar protagonismo… ¡Qué extraña sensación ésa… pareciera que alguien desconocido se convierte en alguien que conoces desde hace tiempo…
El sol agonizaba cuando el cerró la puerta, su estampa se desdibujo en la pared, nadie pudo no sentir su ausencia

"La carta"


Me levante con el presentimiento de que no seria un día mas... no recuerdo cuantas veces había escrito esa carta, para saber hubiese tenido que meter mi cabeza en el cesto de basura… aquel cesto que todavía atesoraba sus fotos y algunas colillas de cigarrillos…
La lluvia golpeaba con furia a la ciudad, castigaba sin piedad autos, edificios, y a las pocas almas que se animaban a deambular… mi alma se perdía entre esas almas, mi cuerpo la seguía y mi respiración marcaba el ritmo de mis pasos…
No recuerdo con precisión que lugares anduve, que calles recorrí, tampoco se con certeza si sabia a donde quería llegar.
El frío que recorría mi cuerpo húmedo me obligo a detenerme. Me descubrí semidesnuda con aquella carta entre mis manos, el impulso que me había llevado hasta ahí poquito a poco fue desvaneciendo…
Mis piernas no me respondían… me miré por unos minutos en la vidriera que tenia a mi derecha, a penas podía reconocerme, mi rostro denotaba mi cansancio… clavé mis ojos en aquel vidrio donde rodaban miles de gotas ya no tan enfurecidas.. la lluvia, como yo, ya había descargado toda su rabia y ahora esa tensa calma se trazaba en aquel vidrio… seguí mirándome hasta que por un segundo me deje desfallecer.
Cuando desperté ya no llovía, demore unas horas en reconstruir aquella noche… todavía tenia la carta entre mis manos y la angustia atascada en mi garganta.. no recuerdo que paso entre que me desmaye y desperté … no se como llegue al lugar de donde había partido pero un huracán había pasado por mi vida…
Me dormí con la certeza de que no había sido un día mas… con esa carta entre mis manos y con mi angustia diluyéndose en la lluvia

"Sola"


La noche esperaba ansiosa que ella desempolvara su figura. El espejo se empeñaba en devolverle la imagen aquella que dibujaba su peor dolor. El silencio era tan profundo que podía confundirse con el mas tenebroso de los ruidos.
Nadie la esperaba, nadie mas que la noche, que para ella no era tan oscura, se mezclaba con su propia incertidumbre. Caminaba sin mirarse, solo se reconciliaba con su sombra.
El cuarto empezaba a extrañarla, su perfume, apenas perceptible, se aferraba a ella y no dejaba huellas.
Tomo una hoja e intento escribir, pero no había nada que decir... nadie, de todos modos hubiese querido leer sus ultimas palabras… su dolor no era otro que el que ella misma había engendrado.. su dolor era el único testigo de su caminar lento y discreto… De todos modos, antes de irse escribió solo una palabra, aquella que la definía, aquella que era parte de su esencia: Adiós… y firmo: SOLEDAD.

"La espera"


Estaba sentada frente al mar... cerro los ojos mientras la brisa la acariciaba, quería retener por un momento su perfume, algo de el había quedado en su piel ... tenia la certeza, esa que con el tiempo desvanece, de que esa noche había sido la mejor de su vida... no se planteaba en ese momento si era importante volver a verlo, se sentía plena... el mar estaba mas azul, el cielo mas claro, el sol mas grande.... podía morir en ese momento, hubiese sido perfecto, nada de lo malo que había en su pasado podría aparecer en ese instante... la magia era protagonista y el silencio la música ideal...
Pasaron los días y comenzó a añorarlo... las promesas de aquella noche resonaban como la mas cruel de las mentiras, se negaba a imaginarse una vida sin el... ahora estaba vacía...
No pensó en nada... armó las maletas y comenzó el viaje... si se detenía por un instante el miedo la paralizaría y no era eso lo que necesitaba... tenia frío, sudaba... pero no era tan importante como para llevar un registro... probablemente si horas después quisiera reconstruir esos minutos no le seria posible. No llevaba más equipajes que un par de prendas, el cepillo de dientes y un diario....
Llego a la estación, detrás de la ventanilla estaba Simón... el mismo que desde hacia mas de 20 años... su rostro tenia dibujadas las arrugas que contaban miles de historias escritas en aquel pueblo de calles anchas sin asfalto, sus ojos denotaban complicidad con los pasajeros... sabia a donde iban y a que, con quien se encontrarían y por que...
Cuando la vio acercarse se quedo inmóvil, espero que ella como pudiera sacara por fin la voz... su voz temblaba mas que su cuerpo pero todavía tenia fuerzas... pidió un boleto... no importa el destino, dijo... pero que sea lejano...
Los ojitos de Simón enmudecieron por un segundo... por primera vez aquel rostro no tenía qué decir... miró la cartilla de destinos... no había mucho para ofrecer, solo unos pocos micros entraban al pueblo y las distancias que recorrían no llevaban mas de hora, hora y media de viaje...
Le ofreció viajar a una ciudad cercana y que desde ahí eligiera otro destino... esta bien, respondió...
Tomo el pasaje, se sentó a esperar... horas, tal vez días después llego a una ciudad en la que decidió anclarse... llego a un hotel sin estrellas, ni siquiera su fachada denotaba que había detrás de la puerta...
Todavía tenía la piel húmeda cuando atravesó el umbral, su rostro desencajado y el dolor atravesaba sus ojos, que aquella mañana eran más negros que nunca.
Le dolía el cuerpo, sus manos temblorosas de espanto habían tomado independencia, comenzó a sudar, sentía frío.
No quería esperar mas, había esperado durante años... quería escapar, se estaba ahogando, prendió la radio, subió el volumen al máximo, quería ensordecer, comenzó a desvestirse desesperadamente... el teléfono sonaba con insistencia pero la música se encargaba de ocultarlo.
Caminó como pudo hasta el baño, gritaba, lloraba pero no alcanzaba para desahogarse... vomito su bronca, su soledad y su dolor....
Por un instante no pudo sentir... su cuerpo estaba inmóvil en un rincón del baño... esperando una paz que no llegaba... y esa sensación otra vez... la sensación amarga de encontrarse siempre esperando....

"Donde ella vive"


¿Dónde vives?, le preguntaron… solo los miró y aceleró su paso … no acostumbraba a caminar rápido pero el miedo la empujaba, la atosigaba… la confundía.
La pregunta insistía, la acompañaba, la ahogaba… no esperaba que la vieran cuando paso por aquella calle….esperar era un verbo que no practicaba desde hacía mucho tiempo…desde que sus sueños se adormecieron una tarde plomiza con un final anticipado y desdichado… su estampa se perdió de a poco cuando se acercó al horizonte… Todavía hoy preguntan dónde pueden encontrarla… pero donde ella vive, no hay espacio para nadie mas.

miércoles, abril 19, 2006

"El viaje"



No quería abandonar aquel lugar... Solo había permanecido ahí por dos días, pero respirar aquel aire, caminar a orillas del lago, viendo como el sol se reflejaba y nos regalaba millones de chispitas plateadas, que jugaban hasta el atardecer con el aire, se había convertido en algo necesario para mí...
Pero la realidad era otra, a las diez de la mañana salía, con destino a Buenos Aires, el bus que yo había escogido para regresar... y tenia que hacerlo...
Llegue a la terminal de ómnibus, coloque mi maleta en la bodega de equipajes y me dispuse a derrochar mis últimos minutos leyendo en un barcito que tenia vista al lago...
Tome mi bolso de mano, el cual no tenía más que "once minutos" de Cohelho, mi discman y mi billetera... Entre, me senté en una mesa junto a la ventana y llame al mozo.
Pedí mi “infaltable” gaseosa de pomelo y mientras esperaba, me dedique a contemplar el lago... Desde ahí podía verse, también, la ciudad... Un pueblo pequeño. La mayoría de las casas hechas con piedra y madera...
No se si el mozo me hablo, ni siquiera se en que momento se acerco a la mesa, la voz de un hombre me volvió a la realidad y en ese instante ya tenia mi pedido sobre la mesa.
Mire hacia la barra y me encontré con aquellos ojos verdes.
El hombre que hablaba. Era alto, de contextura fuerte, estaba tostado por el sol y tenia el pelo ondulado... Sus rulos jugaban en su frente ancha...
Nos miramos unos segundos... y pensé... "es hermoso". Me sonroje, tome mi libro e intente leer... Tome la gaseosa como si hiciera días que no bebía...
El altavoz anuncio la partida de VIA BARILOCHE con destino Buenos Aires de las diez de la mañana.
Pague mi cuenta. Salí apurada porque antes quería pasar por el baño, y diez para las diez estaba sentada en el asiento 13, ventanilla (siempre elijo ese lado cuando viajo)...
Me dispuse a leer y me conecte a mi discman, traía conmigo el CD de Rosana que me había acompañado en mis caminatas junto al lago, esa música me retornaría a la paz que había encontrado en aquel lugar.
De repente, la voz del bar, otra vez aquellos ojos verdes me devolvían a la realidad: “¿está ocupado?”, me preguntó… Sin pronunciar palabras, le dije que no, no se porque extraña razón su mirada me intimidaba.
Se sentó a mi lado mientras yo leía y releía el mismo párrafo. La presencia de aquel hombre me perturbaba, me llenaba de ansiedad, me desconcentraba.
Cuando el ómnibus se puso en marcha, sentí que me miraba pero no me alenté a responderle con la mirada.
Hacia mucho tiempo que un hombre no provocaba eso en mi… Me reté a mi misma y me propuse tranquilizarme… Lo miré y en media hora hablábamos como viejos amigos.
“Tal vez nos conocemos de otra vida”, me dijo y otra vez aquella sensación. Me atraía tanto que me perturbaba. Me sentía como una niña, me intimidaba, y sentía que la panza tomaba vida propia con sus temblores…
Me reí. Nos reímos. Y me besó. Su cuerpo y el mío parecían conocerse, no podíamos dejar de besarnos.
Ya estaba anocheciendo. El sol le dejaba su paso a la luna y solo nosotros éramos testigos. La mayoría del pasaje dormía. Y si no era así, de todas maneras no nos importaba demasiado.
No recuerdo muy bien los minutos previos pero, sin encomendarnos a Dios ni al diablo, sin preguntar por antes ni después, sin mas testigos que nuestros cuerpos, nos encerramos en el baño del bus e hicimos el amor.
Nos tocamos por los huecos que la ropa permitía y nos entregamos con los “desprejuicios” que tienen los desconocidos.
Mi cuerpo y el de él encajaban perfectamente, sus manos y las mías parecían bailar la misma danza.
El peligro le sumaba fuego a nuestra aventura, fuimos cómplices y amantes. Nos quedamos abrazados mientras recuperábamos la respiración. Nos miramos intensamente y como dos niños que han robado golosinas volvimos a nuestro lugar en el bus.
Ya estaba amaneciendo. Y faltaban unas dos horas para llegar a Retiro. Dormimos abrazados hasta que el micro proveniente de San Martín de los Andes arribo en la plataforma 25 de la terminal de Buenos Aires.
Cuando bajamos, aún nos temblaban las piernas. Retiramos las maletas de la gaveta.
Nos abrazamos, nos besamos, me miro y me dijo: “¿volveremos a vernos?”, “solo, si Dios quiere”, le respondí.
Desde aquel día, cada vez que tomo un bus, sueño con encontrarlo.